miércoles, 9 de febrero de 2011

Las demandas de la Asamblea de la Facultad de Filosofía y Letras

El proyecto neoliberal que pretende privatizar la UNAM sufrió un durísimo golpe con la huelga de 1999-2000 que detuvo el más brutal ataque contra la Universidad pública de los últimos años. Sin embargo, las autoridades universitarias no abandonan el proyecto que pretende poner a la Universidad al servicio del capital y avanzan, de forma vergonzante y silenciosa, en la privatización de la UNAM.

En la facultad de Filosofía y Letras las zancadas que las autoridades han avanzado en contra del verdadero principio de la Universidad como garante de una educación pública, gratuita y de calidad para el pueblo se convierten hoy en el motivo que ha generado la discusión al interior de la comunidad.

En una Universidad como la nuestra, en la que desgraciadamente no existe ni un atisbo de democracia en la estructura de gobierno, es un acontecimiento de gran importancia cuando la comunidad, por medio de la organización, logra romper la verticalidad que caracteriza el actuar de las autoridades de la UNAM.


Los estudiantes agrupados en la asamblea hemos planteado las siguientes demandas: Comedor y servicio de fotocopias subsidiados, actualización del acervo de la biblioteca “Samuel Ramos” y apertura de plazas para trabajadores, eliminación de cobros en la División de Educación Continua y retiro de cámaras en la FFyL.






Educación Continua.

 
Este es el punto más cínico y palpable de cómo las instalaciones de nuestra facultad se utilizan para avanzar en la elitización de la educación. Ni a la renta por catálogo de espacios históricos propiedad de la Universidad para eventos particulares, como el Palacio de Minería.

La División de Educación Continua publica orgullosamente los cursos, diplomados y seminarios que ofrece cada semestre. Pero, hay un detalle…. ¡todos son cobrados! Los costos van desde $2 000 hasta $12 500, según el tiempo invertido. Pero en general se cobra en educación continua alrededor de $95 por hora de clase.

Los cobros, hacen de por sí inaccesibles los cursos para un conjunto de estudiantes de la Facultad. Pero el problema central no es ése. Las autoridades se dan el lujo de ocupar instalaciones de la Facultad durante 3 039 horas al semestre, para cursos cobrados. Es decir, hay una parte de nuestra Facultad, que se utiliza a lo largo del semestre exclusivamente para lucrar. En los hechos, se privatiza la facultad, pues los salones en que se imparten los cursos de Educación Continua se convierten en una especie de área exclusiva para los que puedan pagar por entrar, pues no es posible ni siquiera tomar los cursos como oyente, sin aspirar a obtener valor curricular. ¡En plena Universidad pública!

Las autoridades creen que dirigen una institución privada, en la que pueden restringir el acceso o el conocimiento que se genera, aceptando sólo a los que pueden pagar por ese derecho. No se acostumbran a la idea de que la UNAM es pública y gratuita. De forma velada, disponen de los espacios universitarios para servir a quién sabe que intereses. Lo hacen, fieles a su tradición, sin la menor consulta a la comunidad para decidir en qué se ocupan espacios de la facultad, creyendo que se trata de su propiedad privada.


Suponiendo que sólo ingresaran 10 personas por curso, diplomado o seminario, el ingreso monetario de este negocio asciende a casi $937 000 por semestre. Aunque es evidente que las autoridades deben estar involucradas, al permitir que se lucre con la UNAM, ¿de quién es realmente este negocio?
Hay cursos o seminarios organizados por integrantes de la comunidad de la facultad cuya ética e interés genuino en los temas que se trabajan no ponemos en duda (aunque permanece la duda sobre su aval a la privatización en los hechos de una parte de la Facultad). Es una pena que iniciativas tan interesantes queden fuera del alcance del grueso de la comunidad y sólo sean aprovechables por aquellos que pueden pagar por entrar. Se promueve la elitización de la educación.

Se confirma una vez más que en la UNAM hay un constante enfrentamiento entre dos proyectos de Universidad. Algunos tratamos de construir una UNAM al servicio de la gente que la paga, tratando de garantizar que los hijos de los trabajadores tengan acceso al conocimiento que aquí se genera, y que éste vuelva al pueblo de México para ayudarle a resolver sus necesidades. Las autoridades, como lo muestran a través de los cobros en la División de Educación Continua, van creando una UNAM a la que sólo tengan acceso aquellos que puedan pagar por ella y que responda a los intereses de las empresas que utilizan recursos universitarios para capacitar a sus trabajadores.

Fotocopias

Para los estudiantes de carreras enfocadas a las ciencias sociales y humanidades, la materia prima, la herramienta fundamental trabajo que se necesita, son las fotocopias. En nuestra facultad este servicio está a cargo de concesiones a privados, lo que provoca que su precio sea superior a su costo real. Esto crea un detrimento en la formación como estudiantes. Para muchos compañeros dentro de nuestra facultad pagar estos costos significa privarse de otros requerimiento igual de importantes.

Pensemos que, en general, como estudiantes de esta facultad, a la semana, necesitamos 250 fotocopias. Hagamos cálculos sencillos: a partir del calendario escolar oficial, los días efectivos de clases suman 73. Si los multiplicamos por 50 (el numero de fotocopias por día), como resultado obtendríamos 3650, lo que sería el número de copias; si este lo multiplicamos por 30 (centavos, costo actual por fotocopia), nos enteraríamos que el gasto total en el semestre, sobre la base de este supuesto, sería de $1095.

Si multiplicamos esta cantidad por un grupo de primer ingreso de 50 estudiantes, el total del gasto sería de $54750. Ahora bien, si hiciéramos la misma operación con un aproximado de los alumnos inscritos en la facultad (alrededor de 6000), la cifra resultaría de $6570000.

Ya tenemos una idea aproximada de lo que representa que privados estén a cargo de este servicio fundamental. Es momento de contrastarlo con el costo neto. Una fotocopiadora cualquiera, para uso pesado, no importando la marca ni el costo, se gasta, contando los insumos como papel, tinta, desgaste y energía eléctrica (que las concesiones no pagan), por mucho 10 centavos por fotocopia. Con esta premisa nuestro gasto en el semestre de las 3650 fotocopias sería de $365, 730 menos que los 1095 antes mencionados. Si hiciéramos las mismas operaciones que en el párrafo anterior los resultados quedarían de la siguiente manera: de un grupo de 50 alumnos el gasto es de $18250; del número total aproximado, de los inscritos en la facultad, en monto a pagar es de $2190000.

Pero más allá de los cálculos que se puedan hacer para demostrar que sí es posible, bajo los recursos existentes, que se puede garantizar un gasto menor para los estudiantes de la facultad, lo más importante es señalar que de no eliminar las concesiones de este servicio, se estará demostrando que la dirección de esta facultad tiene bien definida su posición ante que se hagan negocios con la educación.

Que no nos digan las autoridades que “no está en sus manos” solucionar estas demandas. Si no es capaz de resolver los problemas que la misma comunidad le está señalando ¿qué hace en el cargo?.

La lucha por una Universidad pública, gratuita, científica y popular, se sostiene día a día. No nos vamos a quedar con los brazos cruzados mientras se privatiza la Facultad de Filosofía y Letras. Llamamos a toda la comunidad universitaria a implementar todas las formas de protesta posibles y necesarias para echar atrás esos cobros y recuperar nuestra facultad.

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